Sin demasiada seguridad, pues puede haber otros no documentados, algunos historiadores del arte consideran que el primer selfi de la historia es el Retrato de un hombre, pintado por el flamenco Jan van Eyck en 1433. El gusto renacentista por el autorretrato, facilitado por la aparición de finos espejos venecianos, se reafirma en los tres que se conservan de Alberto Durero y en los cuatro selfis que incluyó el español Diego Velázquez en sus cuadros. El pintor más prolÃfico en mirarse al espejo parece que ha sido Van Gogh, del que se conocen unos 43 autorretratos; a su altura está la mexicana Frida Kahlo, con 55. La llegada de la fotografÃa obligó a reinventarse a los pintores. Y la eclosión de los smartphones ha relegado a los fotógrafos y convertido en retratista a medio mundo.
Google estimó que en 2015 se subieron a las redes unos 24.000 millones de selfis, de los que más de la mitad fueron personalistas, es decir sin amigos ni mascotas que robaran protagonismo. Gran parte de ellos responden a tres categorÃas establecidas por un estudio de la Universidad Brigham Young, en Utah, publicadas el año pasado en Visual Communication Quarterly: comunicadores (involucran en una conversación a amigos, parientes y seguidores ), autobiógrafos (registran situaciones importantes y preservan su memoria) y autopublicistas (documentan sus vidas para promocionarse, como las Kardashians).
No faltan sin embargo muchos narcisistas que a veces se enmascaran en los grupos anteriores o en otras etiquetas psicológicas como extravertidos, envidiosos, juguetones, melancólicos, confiados o exclusivistas. La percepción ajena de los selfis, que tiende con facilidad a la crÃtica malévola cuando se trata de juzgar al prójimo, fue calificada de “paradójica†por la profesora Sarah Diefenbach, de la Universidad de Múnich, en una encuesta con 238 personas publicada el año pasado en Frontiers in Psychology: el 77 por ciento se hacÃan selfis y, a pesar de ello, el 65 por ciento veÃan potenciales consecuencias negativas en esta costumbre, como su impacto en la autoestima; atribuÃan menos autenticidad a los selfis ajenos que a los suyos. Sà parece que cuanto mayor es la obsesión por ver selfis -propios y extraños- menor es la autoestima y la satisfacción vital, según sugerÃa hace dos años en Journal of Telematics and Informatics un equipo de la Universidad de Pensilvania. De la preocupación por un grano en la nariz se puede pasar en espiral neurótica al trastorno dismórfico corporal.
Sà parece que cuanto mayor es la obsesión por ver selfis, menor es la autoestima y la satisfacción vital
El 10 por ciento de los españoles que recurren a la cirugÃa estética lo hacen influidos por los selfis y los comentarios que reciben sobre ellos, según una encuesta de la Sociedad Española de CirugÃa Plástica, Reparadora y Estética presentada en marzo pasado. Prueba de ello es la creciente demanda de cirugÃas faciales: blefaroplastia, rinoplastia, rejuvenecimiento con ácido hialurónico y toxina botulÃnica, y lifting. Muchas de ellas, además, son infundadas, pues, como alertaba la Secpre, las cámaras de los móviles suelen “utilizar objetivos con grandes angulares que, en primeros planos, distorsionan las imágenes†y tampoco se dispone “habitualmente de buenas condiciones de iluminación, con las consiguientes sombras indeseadasâ€.
Los selfis a corta distancia distorsionan la imagen facial y, sobre todo, agrandan la nariz
Ese mismo mes, la revista JAMA Facial Plastic Surgery publicaba un modelo matemático de las universidades de Rutgers y Stanford con el que se mostraban los efectos distorsionadores de los selfis a corta distancia, y concluÃa que sobre todo agrandan la nariz. Para evitar rinoplastias innecesarias aconsejaban una distancia de metro y medio para obtener una representación proporcional de los rasgos faciales (el brazo estirado mide unos 60 cm, por lo que habrÃa que acudir al paloselfi o al vecino).
Selfis que resultan letalesAl margen de los accidentes y las paranoias estéticas, alimentarias o psÃquicas que pueda desencadenar ese omnipresente espejito mágico, su faceta extrema, anecdótica hace una década, está empezando a inquietar a las autoridades de algunos paÃses que ya han plantado carteles de No selfie zones en lugares atractivos para los autorretratistas de riesgo. Una búsqueda de muertes por selfi en medios de comunicación en inglés que publicó en agosto de este año en Journal of the Family Medicine and Primary Care un equipo del Instituto de Ciencias Médicas de Bhopal, en la India, registró desde octubre de 2011 hasta noviembre de 2017 un total de 259 muertes: desde las 3 de 2011 a las 98 y 93 de 2016 y 2017. La edad media fue de 23 años y el 72 por ciento eran varones.
El mayor número de incidentes se produjo en la India (159) seguida por Rusia, Estados Unidos y Pakistán. El ahogamiento, los accidentes de tráfico y las caÃdas desde rascacielos, escaleras o montañas son las causas principales. En ese listado, no exhaustivo por la dificultad de recoger los datos, pues los selfis aún no se consideran una causa oficial de muerte, figuran también 8 muertes por ataques de animales y 16 electrocutados. Vanidad mortal.
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